Pues sí, se hicieron ciertos todos los rumores sobre la
marcha del que fue nombrado mejor jugador de aquel partido ya para la historia
madridista, el de la ansiada décima.
Decimos, una crónica de una salida anunciada, cómo diría
Gabriel García Márquez, y es que el Fídeo,
llevaba tiempo queriendo abandonar la entidad de Chamartín, más
concretamente desde el año pasado, con la llegada del Expreso de Gales, pero al final Carlo Ancelotti, con su
docilidad y buena mano para manejar egos y vestuarios, lo reconvirtió a interior izquierdo, dónde ya
había jugado alguna vez en el Benfica, y
allí explotó todas sus cualidades, le dio a el míster ese equilibrio tan
necesario, esa transición ataque-defensa para no romper el equipo. Los resultados son tangibles y elocuentes,
determinante en la consecución de los dos
títulos.
En
Argentina pueden dar fe de ello, desde su baja en cuartos de final del Mundial,
su selección no volvió a ver puerta.
La calidad, esfuerzo y entrega de Di María, está fuera de toda duda, aunque
parece que los 75 millones , es mucha cantidad de dinero, para un jugador muy
bueno, pero no considerado estrella. Veremos
si el Real Madrid echa de menos su marcha, o por el contrario, Ancelotti logra
reconstruir el equipo tal y cómo hizo la temporada pasada. Se queda con un puzzle
de estrellas, pero pierde la pieza que hacía
que encajara el puzzle, la pieza del equilibrio.