Por
todos los sectores futboleros es sabida la relación insostenible que
se vive dentro del vestuario madridista entre el capitán y el
lateral derecho Álvaro Arbeloa. La relación empezó a deteriorarse
con la lesión producida en Mestalla el pasado mes de Enero de 2013.
Muchos sectores periodísticos afines a Iker Casillas achacaron la
lesión a Álvaro Arbeloa cuando en realidad fue un lance
fortuito, a partir de ahí se hizo una caza de brujas al Espartano,
donde la inmensa mayoría de los medios de comunicación no le
perdonaron su lealtad a José Mourinho.
Arbeloa
se ha caracterizado por su entrega y sacrificio por el club de sus
amores, anteponiendo el Madrid por encima de la selección, lo
que le ha costado muy caro con el grueso de jugadores del Barça y
con el propio Iker Casillas, llegando su apogeo a la no inclusión en
la lista del Mundial de 2014.
En
los estamentos del club madridista se ha optado por la eliminación
de todo lo que tenía que ver con José Mourinho, de ahí la marcha
del propio Mourinho, Diego López, Xabi Alonso y los Ultras Sur,
quedando solo como último resquicio del ejército de Mourinho,
Álvaro Arbeloa, no sin antes pensar en abandonar el equipo, debido a
las altas tensiones producidas en el seno del vestuario.
Tras
la marcha de los citados anteriormente Arbeloa ha perdido no sólo a
compañeros sino a íntimos amigos, ahora todos aquellos que lucharon
contra viento y marea para eliminar los símbolos Mourinhistas,
tienen vía libre para atacar y desprestigiar al Espartano, hombre no
afín a la prensa, quizá por representar los verdaderos valores del
madridismo: lealtad, esfuerzo, meritocracia y partirse el pecho por
el escudo que representa.
El
cierre del mercado ha finalizado y Arbeloa estará en la plantilla
para afrontar los retos de la nueva temporada, mientras que él esté
aquí sabremos que habrá un madridista de verdad que estará solo
contra todos en su lucha por defender al Real Madrid y que anteponerá
el Real Madrid por encima de sus intereses personales, no montando
campañas por su suplencia ni creando malos rollos en el vestuario.
Ese es Álvaro Arbeloa, la última estirpe de Mourinho.
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